Aquellos primeros años del movimiento lésbico feminista en Chile

Muchas lesbianas creen que todo empezó con internet. Sin embargo, en la década de los 80, cuando varias pronunciaban sus primeras sílabas o ingresaban al colegio, un grupo de mujeres ya conformaban la primera agrupación lésbica: Ayuquelén, que en lengua mapudungún, significa "sentirse bien". Rompiendo el Silencio habló con sus fundadoras y nos contaron cómo fueron esos primeros años.

* Reportaje publicado el año 2003 en la desaparecida revista digital Rompiendo el Silencio.cl

Susana estuvo de visita en Chile procedente de Dinamarca, donde reside hace siete años. Lily, se dedica a sus labores personales y a debatir sobre el futuro político del feminismo chileno. Cecilia Riquelme, es directora y editora de la revista mexicana Las Amantes de la Luna, y reside en esa ciudad, hace 16 años. Estas tres mujeres no dejan de recordar aquellos años tan añorados pero también difíciles, cuando tímidamente varias lesbianas se contactaban a través del correo…por buzón y sin internet. Y arduo fue el trabajo para ellas, ya que ni siquiera el teléfono se masificaba en esa época, y más aún, los correos con direcciones extrañas eran presa fácil de sospechas para el régimen de turno.

Así y todo, entre 1983 y 1984, nació Ayuquelén. La leyenda dice que se conformaron después de la muerte de la escultora Mónica Briones, asesinada en un bar santiaguino por su condición lésbica; sin embargo, sus fundadoras aclaran, que si bien ese hecho las ayudó a consolidarse, ya habían realizado un trabajo previo, definiendo los lineamientos que las mantendría ligadas al feminismo.

«La Su (Susana) era la encargada de leer las cartas y responderlas, teníamos una casilla, mientras yo me ocupaba de los proyectos internacionales. Era todo una red informal», cuenta Lily.

Cecilia cuenta que hubo distintas motivaciones. Ella personalmente, inició un proceso de asumirse públicamente cuando la separaron del trabajo de la recordada Casa de la Mujer. Ahí conoció a Susana y Lily, quienes le manifestaron que también tenían la inquietud de organizarse. «Pero lo de Mónica, fue fuerte. Después del funeral nos juntamos en el restaurant «Quita Pena», que está frente al Cementerio General. Ahí decidimos que queríamos tener un trabajo más constante y dijimos que era el momento de formar el sindicato», recuerda riendo Cecilia.

Señala que ese momento fue de mucha reflexión, y llegaron a la conclusión, que iniciaban una segunda etapa de las Ayuque, ya que la primera representó para ellas la autoconciencia de su ser lésbico feminista. «Y coincidimos en que el nombre del grupo debía ser autoctono, acercándolo al término gay que quiere decir «alegre», indica.

También rememora cuando lesbianas y gays de esa época se juntaban en un local llamado «Atlantis», que estaba ubicado en los alrededores de calle Compañía. En ese lugar, se reunían con Mónica y otras mujeres que se enteraban de boca en boca de la existencia de la agrupación, o por medio de papeles que indicaban la casilla.

Lily dice que llevaban un largo tiempo reuniéndose y que las motivó aún más el Segundo Encuentro Feminista Latinoaméricano y del Caribe, realizado en Perú, en 1983. «Queríamos acercar el feminismo a las mujeres lesbianas», relata.

Buscando casa

El «boom» de Ayuquelén comenzó después de que aparecieran en una publicación de la desaparecida revista APSI. En el reportaje mencionaron que se reunían en la Casa La Morada, y según cuenta Cecilia Riquelme, ese fue el talón de Aquiles para dicha organización, puesto que no querían que ligaran su trabajo al de las mujeres lesbianas. «Y hasta nos descalificaron», comenta Susana.

«No hay nada más reaccionario que una lesbiana de clóset», añade Cecilia, dejando entrever que en La Morada hubo muchas lesbianas no asumidas. «Pero hay un gran mérito: era primera vez que en un medio de comunicación se hablaba de lesbianas en Chile, y eso fue un ¡gol!».

Buscando un nuevo espacio después de ser «exiliadas» de La Morada, las Ayuquelén decidieron juntarse en la casa de Lily, donde en cada habitación realizaban talleres tendientes a orientación, activismo y nuevos proyectos para mujeres. Desde ahí, se contactaban con organizaciones internacionales tan importantes como ILGA (movimiento internacional de lesbianas y gays)…y con pocos recursos, apenas a través del correo y con mucho temor de ser descubiertas por grupos de ultraderecha y conservadores.

«Llegamos a recibir amenazas de muerte, nos arrojaban panfletos en la puerta de la casa y se identificaban con grupos asociados al Opus Dei», cuenta Susana.

Pese a ello, lograron contactarse con ILSIS, una especie de agencia de noticias que prestaba servicio de información lésbica, y acogían a diversos grupos latinos de lesbianas. Así lograron financiamiento para distintos proyectos y para asistir a diferentes encuentros internacionales de lesbianas. «Pero no dejamos de pagar la cuota mensual en la Ayuque», agrega Lily.

Cecilia señala que se siente orgullosa de haber sido parte de ese movimiento. «Es como decir qué buena onda que nos atrevimos, en tiempos que eran realmente difíciles», añade.

El Quiebre

Como todas las cosas en la vida tienen su etapa de crisis, Ayuquelén no pudo estar ajena a ella. Fue el año 1987, cuando tres integrantes de la agrupación, entre ellas Cecilia Riquelme, viajan a México al Primer encuentro lésbico en Morelos. «Eso generó problemas, porque fuimos tres y regresó una», cuenta Cecilia, quien se sincera en reconocer que los motivos de quedarse a residir allá fueron afectivos, aunque su trabajo ha sido arduo en las organizaciones lésbicas de México.

Sin embargo, varias continuaron con su trabajo, y comenzaron a agruparse otras mujeres en distintas organizaciones como COOM, Punto G y Lesbianas en Acción de Concepción. Todas ellas, conformaron la Coordinadora Lésbica de Chile, nacida para juntar a estos grupos, aunque después tomó característica propia, pero ésa es otra parte de la historia.

Para Lily, su desgaste en este trabajo proviene cuando asume que hoy en día en nuestro país, «el movimiento lésbico no tiene sustento político».

«Decidimos que no queríamos desgastarnos con mujeres que buscaban afecto. Necesitabamos otros grupo que quisiera trabajar en serio, nosotras teníamos las garras porque había una necesidad de cambiar», reflexiona.

(continuará)

próximo capítulo de nuestra serie: Ayuquelén en los 90: ¿un grupo cerrado?

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