Alex Hernández, activista bisexual de Perú: “No me molesta que le llamen privilegio bisexual , lo que me interesa es que podamos separar las experiencias, separar que una persona es más de lo que hace en la calle o con quien va de la mano»

Alex Hernández es activista bisexual de Perú, presidenta de Más Igualdad y una de las fundadoras del colectivo Orgullo Bi en el cual también milita. En esta entrevista para RS, conversamos sobre la contingencia en su país y los derechos LGBTIQ+, salud mental en pandemia, de Netflix y, por supuesto, el tema que le apasiona, cómo derribar los prejuicios que aún subsisten contra las personas bisexuales. Por Erika Montecinos U.

Lo primero que se encuentra sobre Alex Hernández Muro (Lima, 1988) en Google, es una imagen de ella de medio cuerpo envuelta en una bandera con los colores del activismo bisexual. Y no es casualidad. La activista, licenciada en psicología e investigadora sobre violencia basada en género y salud mental, es uno de los principales rostros de la lucha por visibilizar y politizar esta orientación en el vecino país. No sólo eso, ha escrito también libros y es presidenta de la organización Más Igualdad Perú e integrante de Orgullo Bi, el principal referente de esta orientación en Perú.

Incluso cuenta que se decidió a militar por el activismo bisexual en el 2014 en una de las marchas por la igualdad que, en ese país, se realizan para apoyar el matrimonio igualitario. Alex fue a una de ellas por primera vez. “Cuando fui a esta marcha y llegamos a la Plaza San Martín en Lima, había un escenario grande y recuerdo haber visto a la activista lésbica Gabriela Zabaleta hablando en el escenario muy potente sobre el MI y yo me quedé mirándola y me puse a llorar. No podía creer que gente de mi edad, estaba ahí hablando de sus derechos. Y dije “yo quiero hacer eso”.

Para ella el activismo también “se contagia”. “El activismo es afecto, es amistad, también es salud mental y reparación. Por eso es importante que estos espacios tengan eso. A veces el activismo también se vuelve un espacio tóxico. Pero no podemos olvidarnos de esos orígenes. Hay que acordarse de estos inicios y eso es lo que me hace realmente saber por qué estoy acá”

Estos últimos meses para el activismo LGTBIQ+ peruano no ha sido fácil tampoco: con un gobierno del ex presidente Pedro Castillo desmantelado y una nueva presidencia, la de Dina Boluarte, que se ve, al menos, con más esperanza. Al momento de realizar este entrevista, la solicitud de remoción del ex presidente estaba ad portas, y desde ahí la activista, también opinó sobre la crisis política y lo que esperan de esta nueva etapa.

“Tenemos una primera presidenta aunque no es la forma que nos hubiese gustado tenerla,. Ahora en su discurso dijo que va a escuchar a los que no tienen voz, a los excluidos, pero de nuevo le decimos a esta presidenta que el pueblo también somos las personas LGTB y que también somos comunidades vulneradas por los contextos en los cuales vivimos, y que esperamos que en un marco de derechos humanos, no se nos invisibilice”, remarca.

¿Se ha visto afectada la comunidad LGTBIQ+ con esta crisis política?

Definitivamente. La política afecta el activismo de dos maneras: primero, nos quitan espacio para proponer nuestros temas debido a la coyuntura. Siempre nuestras temáticas quedan en tercer, cuarto o quinto lugar, y segundo, las crisis en general, sobre todo en el caso latinoamericano, están muy de la mano con temas de corrupción u otros, y eso se ha demostrado que afecta a la población en situación de vulnerabilidad con mayor fuerza. Están de la mano de la derecha y de ciertos grupos que son conservadores, los que precisamente están en el poder.

Pero la administración de Castillo se identificaba de izquierda.

En el caso peruano, estuvo enquistado en el poder un sector, efectivamente, que se identificaba como izquierda, aunque yo no diría tanto de izquierda. Genuinamente, no presentaron una medida que yo considere de izquierda. Pero hubo esta pelea con el poder legislativo que tiene muchos grupos conservadores. En ese sector, el legislativo, no tenemos aliados, son muy pocos los progresistas. Estas personas conservadoras propusieron un proyecto de ley que exige que las manifestaciones no tengan un “componente inmoral” para los niños. Es básicamente un proyecto para atacar las marchas del Orgullo.

¿Este proyecto era apoyado por el ex presidente?

No. Son de sectores conservadores, pero la administración de Castillo no le ha dió seguimiento.

Entonces el Ejecutivo se quedó de brazos cruzados, eso entiendo.

Si, o sea eso quiere decir, que no hicieron nada. Acá rápidamente se van a lograr aprobar porque son de grupos anti derechos. Por ejemplo, también tenemos la educación sexual integral, que es transversal a un enfoque de género y que también está siguiendo la misma suerte. Y así otros varios que se están proponiendo como cambiar el nombre del ministerio de la Mujer a ministerio de la Familia.

Un retroceso.

Pero ése, felizmente, en la segunda votación, fue desestimado. La sociedad civil hizo mucho escándalo para que se desestimara. Tenemos que estar muy alertas. Las crisis constantes hacen más complicado organizarnos, entonces yo creo que nos afecta por un montón de frentes.

¿Y qué pasa con les activistas LGTBIQ+ frente a este contexto?

Creo que muchos activistas no esperábamos algo diferente a lo que está pasando. No nos sorprende. Sin embargo, sí nos da mucho más trabajo. La crisis se está viviendo a pasos agigantados y eso genera una sensación de incertidumbre muy grande.

¿Está en pausa entonces el matrimonio igualitario de parte del gobierno en el Perú?

Totalmente. El proyecto de ley de matrimonio está guardado ahí en la comisión de Constitución, nadie lo pone en agenda, no es prioridad de nadie. También está el proyecto de Unión Civil que tampoco se pone en agenda y el de Identidad de género, que se rescató hace dos años, se ha vuelto a plantear, pero tampoco avanza, entonces todos están dormidos.

Veo a muchas organizaciones hablando de salud mental”

Pese a la desazón frente a este contexto, Alex añade que algunas comunidades no se han quedado estancadas: hace unos días la comunidad trans hizo público un proyecto de ley que incluye medidas reparativas para quienes promueven derechos de personas trans en el país. “Las propias organizaciones lo están impulsando y ahora están en proceso de recolectar firmas para ingresarlo al Congreso”, cuenta entusiasta.

Después de la pandemia, el tema de la salud mental se ha transformado en un temazo también. Nuestra misma agrupación sigue realizando encuentros entre pares para fortalecer esa línea. Como licenciada en salud mental, ¿cómo has visto este tema en tu país?

Acá las personas se acercan a las organizaciones buscando dónde pueden atenderse, porque no tenemos un espacio donde sepamos que nos atenderemos sin discriminación. La necesidad de atención siempre estuvo ahí porque cualquier población que vive situaciones de discriminación, tiene problemas de salud mental. Después llega la pandemia, en el tema económico obviamente se presentan problemas y muchas personas deben recortar los gastos secundarios, porque atenderse en salud mental, es un gasto secundario. También hubo otra cosa, como las cuarentenas y el hecho que muchas personas tenían que estar encerradas con sus familias o volver al hogar familiar, todo eso incrementó estas sensaciones de desesperanza, presión y de ideas suicidas.

¿Qué hicieron desde sus organizaciones?
Nosotras, en 2019, hicimos un estudio que encontró esta problemática, pero llegó la pandemia en 2020 y comenzamos a recibir información de la gente que nos escribía a nuestras redes sociales. Por eso lanzamos un servicio de atención psicológica gratuita que se llama “Botiquín emocional Arcoiris”, que sigue funcionando hasta ahora y ya atendió a más de 200 personas.

Como profesional de esa área, ¿qué has visto en esas atenciones?
Llegan personas LGTB en un estado de total desesperanza porque sufren violencia en los propios hogares, entonces a veces no tienes cómo orientarlas. Le puedes decir, “bueno, estás sufriendo violencia entonces denuncia” “Pero cómo voy a denunciar a mi mamá, a mi papá, a mi hermano!”, y las personas se quedan un poco en el aire. Para que una persona LGTB haga efectiva una denuncia, tienen que pasar muchas cosas, entonces a veces la contención emocional y psicológica es, a veces, lo único que podemos brindar a la persona. Es el único espacio donde finalmente logra alguna forma de reparación o de sanación, más allá de lo punitivo.

¿Crees que hoy en día hay preocupación de las organizaciones LGTBIQ+ de Latinoamérica por la salud mental de les compañeres?

Los espacios de salud mental con enfoques comunitarios, se han convertido en lugares que están impulsando las mismas organizaciones. De eso, no hay duda. Ahí las personas LGTBIQ+ hemos sido pioneras, como el caso de Rompiendo el Silencio que ha estado realizando difusión y atención en salud mental en sus mismas comunidades. Veo a muchas organizaciones hablando de salud mental. Así que creo que es algo muy bonito que está pasando en los últimos dos años a raíz de la pandemia y que probablemente va a continuar para marcar la línea de trabajo con personas LGTB con un enfoque afirmativo.

“Estuve años diciendo que era Bi sin que nadie me creyera”

Tu bandera de lucha es la bisexual. Sabemos que hay creencias y estereotipos de esta orientación y se dice que las personas bi tienen más problemas de salud mental, ¿es efectivamente así o es parte también de un creencia errónea?

Si bien la población trans es la que más sufre con estos problemas, en los últimos años hay estudios que dicen que los problemas de salud mental de las personas bisexuales, están más cerca de la situación que viven personas trans que la de lesbianas y gays ¿Por qué? Aquí hay varias cosas: uno, es importante separar la experiencia de cómo se vive la identidad desde lo social, que es muy importante, pero también de la vivencia psicológica. Varias personas bisexuales viven una situación privilegiada, tienen una pareja de un sexo diferente y nadie los va a discriminar, nadie les va a impedir entrar a cierto espacio y eso es real, y cualquier persona bisexual, lo sabe. Segundo, la vivencia psicológica de una identidad también puede tener estragos en la salud mental, especialmente cuando esta no se puede vivir de manera genuina o no puede hacerse visible o no es validada, que es algo que les pasa a muchas personas bisexuales.

¿De qué manera no son validadas?

Es algo muy particular de la experiencia bisexual, tener experiencias de invalidación, de no sentirse completamente genuina en los espacios, sentirse discriminados cuando están en espacios LGTB. A veces se piensa que eso es menor, como que “no es para tanto”, pero lo que nos dicen estos estudios es que probablemente están teniendo un experiencia fuerte y por eso es que las personas bisexuales, tienen niveles más alto de problemas en salud mental.

Pero además de aquello, ¿qué otras variables han encontrado en esos estudios?

Por ejemplo, las mujeres bisexuales sufren mayor índice de violencia sexual que lesbianas y que mujeres heterosexuales. Y tiene que ver que las parejas hombres que, a veces, pueden estar emparejadas con ellos, ejercen violencia contra ellas por las ideas que tienen sobre la bisexualidad. Es como muy de fetiche, muy sexualízadas. Esas son las cosas que podrían estar detrás de estos números, pero yo creo que es mejor que haya más estudios, incluso podrían realizarlos académicos bisexuales y así encontrar qué es lo que puede estar detrás de estos índices. Yo creo que hasta ahora sólo tenemos información numérica, pero nos falta más evidencia, nos falta más adentrarnos en qué es lo que está sucediendo con la población bisexual, pero a mí me alegra que estemos empezando a mirarnos también.

En la respuesta anterior mencionaste algo del privilegio ¿Qué piensas además de la creencia sobre un supuesto privilegio que tendrían las personas bisexuales cuando se emparejan con un hombre heterosexual?

Es que insisto en que hay una dimensión social y otra psicológica en esto. Por ejemplo, cuando me he relacionado con un chico, lo llevo a mi casa y le presento a mi familia y luego, tengo parejas mujeres y hago lo mismo, he notado la diferencia y sé que cuando he estado con un hombre, no he tenido ningún problema de usar el espacio público, nadie me ha mirado mal. Reconocer eso no quita mi orientación bisexual. Aunque también sé que cuando tenía esas parejas hombres, no podía decir que era bisexual y cuando se los contaba, o se reían o me decían “eso no existe”, o me invitaban a un trío, o empezaban a salir los estigmas…. yo me sentía mal, me ocultaba y me negaba. Tenía mucha bifobia internalizada.

Entonces hay que ver esas dos miradas: la social y psicológica.

Exactamente. La experiencia no sólo es la social o lo que la gente ve, sino también la psicológica. Creo que esa diferencia es bien importante cuando hablamos de este privilegio. Y en ese sentido, pienso también que nos falta más hablar de la expresión de género como una variable que puede determinar la experiencia social y que puede determinar las violencias que vivimos.

¿Te molesta cuando te dicen que las personas bisexuales tienen un privilegio?

A mí no me molesta que le llamen privilegio bisexual, lo que me interesa es que podamos separar las experiencias, separar que una persona es más de lo que hace en la calle o con quien va de la mano. Su experiencia también pasa por situaciones y procesos complejos. Ese es mi enfoque, soy psicóloga y de ahí lo recojo. Y es algo que en Orgullo Bi también lo conversamos, esta es la temática que siempre sale.

¿Crees qué hay una evolución con respecto a la bisexualidad en las comunidades? Tomando en cuenta que en décadas pasadas era un tema mucho más oculto.

Es verdad que era un tema que no se decía mucho. Cuando yo era pequeña, la palabra bisexual no la conocía. Conocía la palabra lesbiana, homosexual, gay. Como tenía mucha atracción por las mujeres, pero también por los hombres, yo decía, “ah, entonces soy heterosexual”. Cuando ya voy creciendo, comienzo a escuchar más la palabra bisexual. Al menos en los medios peruanos, la representación para las y los bisexuales ha sido clave para este cambio de paradigma. En Perú se comenzó a hacer conocido el escritor Jaime Bayly, que comenzó a hablar abiertamente de su bisexualidad y siempre lo hizo desde muy joven. Yo tenía 11 años y le escuché diciendo “soy bisexual, me gustan los hombres y las mujeres” y me quedaba impactada y decía “yo soy eso”. Pero no sabía cómo sentirlo, porque la reacción de la gente ante él diciendo eso era de desagrado. Sentí entonces la necesidad de comenzar a contar a mis parejas hombres que soy bisexual, y me encontré con los estigmas, los estereotipos, la fragilidad masculina de asegurarse que a una le gusten más los hombres.

No te creen…

¡Claro! Tuve amigos heterosexuales que me decían que eso era falso, que yo estaba llamando la atención. No me creían. Cuando por fin lo dije, eran bromas, risas, entonces para mí fue bien difícil que alguien me creyera que yo era bisexual hasta que conocí a una compañera que me dio una especie de permiso, me dijo “tú eres bisexual al igual que yo”. Y en ese momento, sentí que alguien me validó, fue un momento increíble, porque sentí que alguien me creía. O sea, estuve como cuatro años diciendo que era bi sin que nadie me creyera.

“La vivencia bisexual es bien compleja”

Alex cuenta que para ella dedicarse al activismo bisexual, ha sido diferente. “Una cosa es ser abiertamente bisexual, pero hacer activismo sobre ello, es otra”, señala. Cuenta que comenzó primeramente a hacer activismo en redes sociales, escribiendo artículos para algunas revistas en Perú y tuiteando.

“Tuiteaba sobre bisexualidad, y comencé a leer cosas de activistas bisexuales de otros países. Y la verdad que en el Perú no conocía a otras personas haciendo activismo bisexual. Cuando pasaron un par de años encontré gente un poco más joven que ya estaba hablando de activismo bisexual, entonces es con esa gente que hemos creado Orgullo Bi. Hoy siento que al fin se está hablando de la experiencia bisexual como una temática separada de lo LGTB y creo que era necesario”, indica.

Y Orgullo Bi, ¿aún está en una etapa en su activismo de derrumbar estos prejuicios o más bien está en un etapa de incidencia política?

Para nosotros y nosotras ha sido un gran ejemplo el avance de la comunidad trans masculina y no binaria en Perú por la forma en que se han ido organizando y desarrollando, ya que por mucho tiempo estuvieron a la sombra de las compañeras trans. Los hemos visto como ejemplo para empezar a sentar las bases más comunitarias, de escucha y de poder recoger las vivencias.

¿Y esas vivencias podrían ser las demandas de la comunidad bisexual?

La vivencia bisexual es bien compleja y bien amplía porque también se puede hablar de una persona trans bisexual o de una persona no binaria asignada mujer al nacer y casada con una mujer. No sería muy adecuado decir de nuestra parte “esto es lo que queremos”. Tenemos que escucharnos primero y parte de nuestro trabajo es hacer esto que llamamos “picnic”, que son espacios comunitarios que comenzaron a hacerse en la pandemia donde hacemos conversatorios, nos escuchamos. Además hicimos una encuesta donde casi mil personas bisexuales contestaron para marcar la agenda e identificar cuáles son las principales problemáticas. Para el otro año queremos continuar con esta recolección de información y pensar una agenda más política que, obviamente, se tiene que enlazar con la agenda LGTBIQ+ principal.

Mucho más político entonces.

Nos gustaría pensar desde un marco político qué propone la vivencia bisexual. Y esas ya son discusiones más densas: qué suma a la complejidad de la vivencia LGTBIQ+, por ejemplo. Yo creo que son un montón, porque es bien compleja y abstracta. Aunque no le tenemos miedo a esa complejidad, creemos que hace tiempo que es importante que la sexualidad se aborde de la forma compleja que es y no desde las categorías binarias. Creemos que el activismo bisexual aporta desde ahí.

De Netflix y Kit Connor

Hace poco, en su activismo escrito de redactar artículos que visibilicen la temática bisexual, Alex publicó una columna de opinión en torno a la polémica surgida con el joven actor bisexual Kit Connor (actor de 18 años de la famosa serie Heartstopper de Netflix). Él tuvo que “salir del closet” casi por obligación luego que sus seguidores de Twitter cuestionaron su sexualidad.

Alex es enfática en mostrar el error en la que incurren muchas veces las redes sociales y el ensañamiento que hubo con el joven, quien días antes había sido visto tomado de la mano con un chica cuando en la serie su personaje se define como bisexual. Sus seguidores lo tacharon de “falso”. Algo que ha vivenciado la misma activista.

“El acceso que nos dan las redes sociales donde podemos, incluso, conversar con nuestras celebridades favoritas, les hace creer a la gente que todas debemos pronunciarnos sobre todos los temas sin tener en cuenta que la persona también tiene una vida. Creo que se ha deshumanizado muchísimo en favor del show business, se ha deshumanizado a quien está detrás. Es lo primero que me llama la atención”, comenta con vehemencia.

Es un joven de 18 años.

Claro, o sea, estamos hablando de adolescentes. Ahí entra otro tipo de derechos que las personas no están tomando en cuenta, no se ponen a pensar que esta persona, que es una celebridad, está en un proceso de identidad, no solamente de su orientación sexual o identidad de género, sino muchos procesos de personalidad y que exigirle que se pronuncie, puede afectar ese proceso también.

Algo que conocemos bien en las comunidades LGTBIQ+

Nos ha pasado, claro, es decir, si nos aceleran el proceso de salida del closet, si nos preguntan antes de tiempo y si una se niega, es porque tienes miedo. No porque seas un actor británico y tengas ciertos privilegios, ese miedo deja de existir o ese proceso no es válido, es muy válido. Ese “nos han mentido” me lo han dicho a mí y se lo han dicho a muchas personas bisexuales. Estas críticas son especialmente crueles, porque justamente esa posibilidad de tener vínculos con personas diferente de su sexo o género, existe. Y esa fluidez da mucho temor y genera en la gente ese tipo de reacciones.

¿Y te pasa también con las lesbianas?

Claro. Compañeras lesbianas me hacían asegurar que me gustaban más las mujeres.

¡O sea lo mismo que en tus relaciones con los hombres!

(Risas) Sí, lo mismo. Y también me preguntan “¿cómo te ves tú más adelante formando una familia?”, y yo decía antes, “no tengo idea”. Hoy he terminado casándome con una mujer, pero me enamoré de quien me enamoré, así fue. Y las personas que me atraen, pues me atraen. Yo siempre digo que a una mujer lesbiana le van a gustar o atraer otras tal vez casada o no, pero no le dejarán de atraer otras. Es lo mismo en mi caso, sólo que yo no veo lo que tiene la persona entre las piernas. Sin embargo, una elige un compromiso y eso es lo que tiene que primar, cuando piensas en pareja no en la las atracciones, porque los seres humanos sentimos atracción en general a lo menos que estemos en el espectro asexual, y eso es otra cosa.

Para el sitio web rompiendoelsilencio.cl,
Erika Montecinos U.
Periodista

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