Con consternación, nos hemos informado del caso de una joven de 14 de años a quien un familiar, en este caso su padrastro, la atacó no solo con golpes sino también con una violación denominada “correctiva”, ya que tuvo como objetivo la creencia de “corregir” su orientación sexual mediante el sometimiento y control violento.
Esta situación no es nueva. Si bien no hay datos ni números desde las instituciones que nos demuestren que estos casos son más comunes de lo que se piensa, la Agrupación en un intento por representar esta realidad, realizó una encuesta el año pasado a la que respondieron más de 400 lesbianas y bisexuales de todo Chile. Este estudio indicó que el más del 75 por ciento de las encuestadas, declaró haber vivido una situación violenta por su orientación sexual, ya sea por acoso o violencia física.
Estos casos de violaciones correctivas son invisibilizados desde las instituciones, ya que hay una profunda ignorancia respecto al término, por lo cual no se registran como tales, además del temor de las víctimas a denunciar estos casos y la violencia que se encuentra internalizada en la sociedad, expresándose en actitudes lesbofóbicas.
En Sudáfrica, las violaciones correctivas fueron una pandemia, donde grupos de hombres liderados por algún familiar de la víctima, se organizaban para cometer el delito. Hoy en ese país, existen casas de acogida para las mujeres jóvenes víctimas de esta aberración.
No olvidemos el caso de la joven de Quillota, Nicole Saavedra, quien fue secuestrada y asesinada, encontrada en un sitio erizo después de su desaparición con claros signos de haber sido torturada y violada. Hasta hoy su caso sigue impune en la justicia.
En Rompiendo el Silencio, estamos trabajando en una iniciativa inedita de denuncia, apoyo, orientación y acompañamiento a las víctimas que pronto verá la luz para seguir cooperando en visibilizar la violencia que nos afecta y que gran parte de la sociedad civil, las instituciones y el Estado, niegan.
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